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Los Rosario le devuelven la moral al merengue, repletan el Palacio

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El 2018 ha sido un año de muchas primeras veces para artistas locales e internacionales en el Palacio de Los Deportes. Por este han pasado los urbanos Ozuna y su Odisea, y Maluma con su tour Fame, mientras que Zion y Lennox y Ha-Ash esperan para presentarse el 26 y 27 de este mes, respectivamente.

Sin embargo, de la oferta local ha sido únicamente El Alfa y “La dinastía Rosario” los que se han atrevido a llevar sus propuestas más allá de los escenarios que ya conocen. Y, el sábado, a pesar del poco apoyo empresarial en patrocinios, y en medio de las lluvias que caen en Santo Domingo en estos días, el público repletó el Palacio de los Deportes con una muestra contundente de que la fiesta del merengue no termina.

Los Hermanos Rosario se convirtieron este sábado en la primera orquesta merenguera en el siglo XXI en llenar a capacidad el Palacio de los Deportes Virgilio Travieso Soto, sin contraparte, sin anunciar invitados y con una escenografía y espectáculo sin nada que envidiarle a ningún otro género o artista. Se recuerda que la Coco Band hizo lo propio en el Estadio Olímpico a principio de la década de 1990.

Aun cuando se habla de desaparición y muchas otras cosas en este género, Patrimonio Inmaterial Cultural de la Humanidad, César Suarez Jr., productor del espectáculo, se arriesgó y se apoyó en nada más que 40 años de historia, creyendo en el gusto popular y visiblemente lo logró. El público se mantuvo de pie; el sold out fue tal que los asientos del área VIP apenas permitían estar de pie, y en los pasillos de gradas y platea fueron agregadas otras sillas.

Evidentemente, el eco de la falta de relevo y el boom de lo digital han arropado la realidad del género de la güira y la tambora. Público hay, lo que faltan son apuestas y apoyo que, así sea para con los merengueros conocidos y establecidos, exploten más el género con la esperanza de que los relevos se motiven busquen su espacio.

40 años de historia en una noche

El concierto realizado bajo a producción artística de Alberto Zayas recorrió la historia musical de la Dinastía Rosario, incluyendo anécdotas de cómo llegaron a convertirse en una de las orquestas merengueras más importantes de la República Dominicana.

El repertorio incluyó “El Lápiz”, “La cleptónmana”, “La dueña del swing”, “La luna coqueta”, “Pecadora”, “Nuevecita de caja”, “Los hombres de dá”, entre muchas otras, así como un especial del Cuquito, Toño, con “Beso a beso”, “Alegría” y “Dale vieja”, etc.

Asimismo, los invitados fueron verdaderas sorpresas; el primero fue Vladimir Dotel, quien llegó a mitad de “La parranda” (1995). Luego se completó la agrupación Ilegales y la cosa terminó en “Chucuchá”. Más tarde, a ritmo de “La voy a olvidar”, (1987) llegó Víctor Manuelle, y tras improvisar y declararse dominicano, cerró su participación a ritmo de “Yo no quería engañarte”.

No podía faltar Rafely, quien se participó en varias canciones como “Que buena está a fiesta” y recordó sus inicios con “La camisa negra” dejando a Johnny Ventura como el cuarto invitado de la noche con “Me tiene amarrao”.

Antes del cierre, para el cual se sumó la hermana Francis Rosario, llegó el momento de recordar y homenajear a Pepe, y a mitad de “Porque tu amor lo necesito”, llegó Anthony Santos, el único que cierra un homenaje póstumo con un “hoy se bebe”.

No pudo haber mayor sorpresa para el final de un concierto que, para ese entonces, parecía no faltarle nada más. Tras la euforia del público, “El Mayimbe de la Bachata” se despidió con “Me quiere la otra”.

“Adolescente”, “Cumandé” y “El Lápiz”, todas de la década de 1990, cerraron el concierto que contó conuna orquesta de aproximadamente 20 músicos y ocho bailarinas.

Fue una noche memorable para el merengue en momentos en que el ritmo ha sido vapuleado por la música urbana y por aquellos que se niegan a darle una oportunidad en la difusión masiva. Y Los Rosario le devuelven con este espectáculo la moral que muchos de los cantantes y agrupaciones han perdido en medio del torbellino urbano que registra el país del merengue.

 

 

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